
Un falso problema es, en filosofía, aquel que está mal planteado, que no tiene solución o, si la tiene, ésta es solo aparente o ilusoria. Para que exista un problema, pues, debe haber una solución posible. Pero pasa que todo el tiempo estamos discutiendo sobre problemas que no llegan a tales. Como escribió Bergson, perdemos el tiempo tratando de encontrar respuestas, cuando de lo que se trata es de plantear bien, mejor, las preguntas.
De eso intento que traten mis columnas, este ejercicio de opinión: de poner a prueba todas esas discusiones cotidianas que, en lugar de acercarnos a soluciones de algún tipo, nos alejan y nos distraen de las que tendrían que ser las buenas preguntas.
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